San Juan Bosco decía: «Propagad la devoción a María Auxiliadora y veréis lo que son milagros» y recomendaba repetir muchas veces esta pequeña oración: «María Auxiliadora, rogad por nosotros”.
«La que trae auxilios venidos del cielo» (del griego “Boetéia”).
«Auxilio potentísimo» (San Juan Crisóstomo).
«La Madre de Dios es nuestra Auxiliadora porque nos trae auxilios de lo alto» (gran orador Procio).
«Auxiliadora de los que rezan, exterminio de los malos espíritus y ayuda de los que somos débiles» (gran poeta griego Romano Melone).
«María Auxiliadora rogad por nosotros» (San Juan Damasceno, primero en propagar esta jaculatoria).
+En el nombre del Padre,
y del Hijo,
y del Espíritu Santo.
Amén.
«Nuestro auxilio es el nombre del Señor.
Que hizo el cielo y la tierra».
—Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios ruega por nosotros, pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. —
—Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios, no desoigas las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades; antes bien, líbranos siempre de todo peligro, Virgen gloriosa y bendita. —
«María Auxilio de los cristianos
Ruega por nosotros».
«Señor, escucha nuestra oración
Y llegue a Ti nuestro clamor».
—Oremos:
Dios Todopoderoso y eterno, que con la ayuda del Espíritu Santo, preparaste el cuerpo y el alma de María, la Virgen Madre, para ser digna morada de tu Hijo; al recordarla con alegría, líbranos por su intercesión de los males presentes y de la muerte eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén. —
«La bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nosotros y permanezca para siempre. Amén».
+En el nombre del Padre,
y del Hijo,
y del Espíritu Santo.
Amén.
Santísima Virgen, Madre de Dios, yo aunque indigno pecador postrado a vuestros pies en presencia de Dios omnipotente os ofrezco este mi corazón con todos sus afectos. A vos lo consagro y quiero que sea siempre vuestro y de vuestro hijo Jesús.
Aceptad esta humilde oferta vos que siempre habéis sido la auxiliadora del pueblo cristiano.
Oh María, refugio de los atribulados, consuelo de los afligidos, ten compasión de la pena que tanto me aflige, del apuro extremo en que me encuentro.
Reina de los cielos, en vuestras manos pongo mi causa. Se bien que en los casos desesperados se muestra más potente vuestra misericordia y nada puede resistir a vuestro poder. Alcanzadme Madre mía la gracia que os pido si es del agrado de mi Dios y Señor. Amén.
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