Para rezar las «Estaciones De la Cruz, Vía Crucis» acompañado lo puedes rezar viendo el video haciendo clic en la imagen siguiente:
Puedes también rezar el «Vía Crucis» leyendo la oracíón abajo:
En el nombre del Padre,
Y del Hijo,
Y del Espíritu Santa.
Amén.
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.
Lectura del Evangelio según san Juan (19:14-16):
Era el día de la Preparación de la Pascua, alrededor del mediodía. Pilato dijo a los judíos: «Aquí tienen a su rey». Ellos vociferaban: «¡Que muera! ¡Que muera! ¡Crucifícalo!». Pilato les dijo: «¿Voy a crucificar a su rey?». Los sumos sacerdotes respondieron: «No tenemos otro rey que el César». Entonces Pilato se lo entregó para que lo crucifiquen, y ellos se lo llevaron.
Pilato entrega a Jesús para que lo crucifiquen, queremos seguir siendo cómplices de este acto abandonando a Jesús? Cuántas veces hemos sido jueces de nuestro prójimo? Señor, que el recordar la condena injusta que tu sufriste, nos cuidemos de no condenar a los demás y de no abandonarte a ti.
Jesús pequé: ten piedad y misericordia de mí.
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
SEGUNDA ESTACIÓN
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.
Lectura del Evangelio según san Marcos (15:20):
Después de haberse burlado de él, le quitaron el manto de púrpura y le pusieron de nuevo sus vestiduras. Luego lo hicieron salir para crucificarlo.
Estamos aceptando nuestra cruz valientemente, como lo hizo Jesús. Sigamos el ejemplo de Él; que aceptó la cruz, por nosotros, mucho antes de que se la dieran y sin saber lo que pesaba. Señor, ayúdanos a evitar las excusas, para aceptar nuestra cruz con amor y ayudar a los demás a llevar sus cargas.
Jesús pequé: ten piedad y misericordia de mí.
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
TERCERA ESTACIÓN
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.
Lectura del Evangelio según la Carta del Apóstol san Pablo a los Filipenses (2:6-8):
El, que era de condición divina, no consideró esta igualdad con Dios como algo que debía guardar celosamente: al contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición de servidor y haciéndose semejante a los hombres. Y presentándose con aspecto humano, se humilló hasta aceptar por obediencia la muerte y muerte de cruz.
Jesús muere por nuestros pecados, no los pecados de los otros solamente, mis pecados y tus pecados lo llevaron a la cruz para perdonarnos. Así que debemos perdonar a los demás y saber levantarnos cuando caemos; otra vez en el pecado. Señor, el que camina, alguna vez cae y, que ayúdanos a saber levantarnos y asistir a los demás a seguir caminando.
Jesús pequé: ten piedad y misericordia de mí.
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
CUARTA ESTACIÓN
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.
Lectura del Evangelio según san Lucas (2:34-35.51b):
Simeón, después de bendecirlos, dijo a María, la madre: «Este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será signo de contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el corazón. Así se manifestarán claramente los pensamientos íntimos de muchos».
Su madre conservaba estas cosas en su corazón.
Qué sintieron Jesús y su madre María, cuando Él con la cruz acuesta cruza su mirada con la mirada de su madre, un gran dolor en su corazón; pero Jesús, a pesar de ver el sufrimiento de su madre, siguió adelante valientemente y sin miedo. Señor, enséñanos a no tener miedo a nada, a mirar a nuestro prójimo con amor y te pedimos bendigas a todas las madres que en este mundo sufren de alguna manera.
Jesús pequé: ten piedad y misericordia de mí.
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
QUINTA ESTACIÓN
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.
Lectura del Evangelio según san Lucas (23:26):
Cuando lo llevaban, detuvieron a un tal Simón de Cirene, que volvía del campo, y lo cargaron con la cruz, para que la llevara detrás de Jesús.
¡Qué pesada es la Cruz y Jesús se nos puede morir en el camino! Pensó el soldado. Por lo que, le pide a Simón el Cirineo que ayude a Jesús a cargar la Cruz; quién a lo mejor reaccionó diciendo: “¿Por qué me escoges a mí?”. Tú y yo estaríamos dispuestos a ayudar con piedad a Jesús a llevar su Cruz. Señor, dame una gran disponibilidad para que sea capaz de dar sin medida y muéstrame la grandeza de los que dan con alegría.
Jesús pequé: ten piedad y misericordia de mí.
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
SEXTA ESTACIÓN
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.
Lectura del Evangelio según el profeta Isaías (52:14):
Así como muchos quedaron horrorizados a causa de él, porque estaba tan desfigurado que su aspecto no era el de un hombre y su apariencia no era más la de un ser humano.
Verónica corre con valentía y horrorizada a limpiar el rostro desfigurado de Jesús; maltratado por: los golpes, el sudor, la saliva, bofetadas, la fatiga y el polvo que recoge al caer y golpear el piso. Verónica limpia con el lienzo el rostro de Jesús y, nos revela la imagen de Jesús el Salvador. Señor, dame la valentía para encontrarte en el enfermo, en el dolor de un ser querido y en el pobre que no tienen pan y no te tienen a ti.
Jesús pequé: ten piedad y misericordia de mí.
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
SÉPTIMA ESTACIÓN
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.
Lectura del Evangelio según el profeta Isaías (53:4-5):
Pero él soportaba nuestros sufrimientos y cargaba con nuestras dolencia, y nosotros lo considerábamos golpeado, herido por Dios y humillado. El fue traspasado por nuestras rebeldías y triturado por nuestras iniquidades. El castigo que nos da la paz recayó sobre él y por sus heridas fuimos sanados.
Jesús cae por segunda vez, el cansancio y el peso de la cruz vencen sus fuerzas. Aún así, Jesús, se vuelve a levantar sacando su energía humana para seguir hacia su destino. Señor, danos energía y se misericordiosos con nosotros. Ayudándonos a levantarnos para seguir caminando hacia Ti arrepentidos, después de haberte ofendido con nuestros pecados y abandono. Señor, ten misericordia de nosotros.
Jesús pequé: ten piedad y misericordia de mí.
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
OCTAVA ESTACIÓN
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.
Lectura del Evangelio según san Lucas (23:27-28):
Lo seguían muchos del pueblo y un buen número de mujeres, que se golpeaban el pecho y se lamentaban por él. Pero Jesús, volviéndose hacia ellas, les dijo: «¡Hijas de Jerusalén!, no lloren por mí; lloren más bien por ustedes y por sus hijos».
Jesús agobiado por todo el sufrimiento aún no piensa en Él, sino en nosotros y en medio de su pasión, se dirige a un grupo de mujeres piadosas que lloraban desconsoladas. Señor, por qué no quieres que tengamos compasión de Ti, cuando te miramos en tu sufrimiento; ayúdanos a ser misericordiosos como Tú, para que no nos encerremos en nuestros problemas y, más bien enséñanos a consolar.
Jesús pequé: ten piedad y misericordia de mí.
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
NOVENA ESTACIÓN
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.
Lectura del Evangelio según la Primera Carta del Apóstol san Pedro (2:21-24):
A esto han sido llamados, porque también Cristo padeció por ustedes, y les dejó un ejemplo a fin de que sigan sus huellas. El no cometió pecado y nadie pudo encontrar una mentira en su boca.
Jesús cae una vez más, por tercera vez, golpeando su cara y boca al suelo. Qué dolor, cómo se le hace más difícil el camino al Monte Calvario, paso a paso más imposible, casi no puede hacerlo, pero se vuelve a levantar valientemente. Señor, aparta de mi toda amargura, que no ponga obstáculos a los demás; sino más bien una mano amiga que alivie y de confianza.
Jesús pequé: ten piedad y misericordia de mí.
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
DÉCIMA ESTACIÓN
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.
Lectura del evangelio según san Mateo (27:33-36):
Cuando llegaron al lugar llamado Gólgota, que significa «lugar del Cráneo», le dieron de beber vino con hiel. El lo probó, pero no quiso tomarlo. Después de crucificarlo, los soldados sortearon sus vestiduras y se las repartieron; y sentándose allí, se quedaron para custodiarlo.
Entonces lo desvistieron y le pusieron un manto rojo.
Llegando al Monte Calvario, los soldados apresuradamente y ausentes de piedad despojan a Jesús de sus ropas. Ya el final de Jesús está cerca, el perdón del Mundo cerca – Él dando su vida por cada uno de Nosotros –. Señor, ayúdanos a llenarnos de Ti, danos mucha fe cuando el dolor nos toque y, que reconozcamos el poco valor que tienen los caprichos, lujos y vanidades.
Jesús pequé: ten piedad y misericordia de mí.
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
DÉCIMA PRIMERA ESTACIÓN
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.
Lectura del Evangelio según san Lucas (23:33-34):
Cuando llegaron al lugar llamado «del Cráneo», lo crucificaron junto con los malhechores, uno a su derecha y el otro a su izquierda. Jesús decía: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen». Después se repartieron sus vestiduras, sorteándolas entre ellos.
Piensa en el gran dolor que sintió Jesús cuando le clavaron el primer clavo a través de su mano, después de todo lo que sufrió camino al Calvario; eso, no fue suficiente, tenía que sufrir más aún por nosotros. Otro y otro y otro, uno a uno, los clavos fueron traspasando sus manos y sus pies. Señor, que tengamos el valor y la voluntad de perdonar a todos los que nos ofenden.
Jesús pequé: ten piedad y misericordia de mí.
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
DÉCIMA SEGUNDA ESTACIÓN
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.
Lectura del Evangelio según san Lucas (23:44-46):
Era alrededor del mediodía. El sol se eclipsó y la oscuridad cubrió toda la tierra hasta las tres de la tarde. El velo del Templo se rasgó por el medio. Jesús, con un grito, exclamó: «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu». Y diciendo esto, expiró.
Jesús en la Cruz muriéndose lentamente, de un lado los soldados indiferentes repartiéndose las vestiduras, del otro lado una Madre sufriendo, llorando silenciosamente viendo a su hijo morir ?¡desolación y dolor!? Nosotros, aquí viendo esta escena sabiendo que la Redención de nuestros pecados llega con un grito de Jesús encomendándose al Padre. Señor, perdónanos por haberte hecho sufrir tanto y danos la fuerza para no caer en el pecado y si así lo hiciéramos que nos levantemos rápidamente, acudiendo con frecuencia al sacramento del Perdón.
Jesús pequé: ten piedad y misericordia de mí.
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
DÉCIMA TERCERA ESTACIÓN
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.
Lectura del Evangelio según san Lucas (23:50-53):
Llegó entonces un miembro del Consejo, llamado José, hombre recto y justo, que había disentido con las decisiones y actitudes de los demás. Era de Arimatea, ciudad de Judea, y esperaba el Reino de Dios. Fue a ver a Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús. Después de bajarlo de la cruz, lo envolvió en una sábana y lo colocó en un sepulcro cavado en la roca, donde nadie había sido sepultado.
La Virgen María recibe con gran amor y cariño el cuerpo de su hijo bajado de la Cruz. Lo contempla, lo abraza y lo muestra al Mundo. A pesar de que su corazón ha sido atravesado por una daga de dolor y su Hijo muere víctima de nuestros pecados; la Virgen María nos responde con ternura de madre. Señor, que el dolor por quienes amamos nos lleve a comprender tu pasión y tu sufrimiento por nosotros.
Jesús pequé: ten piedad y misericordia de mí.
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
DÉCIMA CUARTA ESTACIÓN
Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo.
Lectura del Evangelio según san Mateo (27:59-60):
Entonces José tomó el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia y lo depositó en un sepulcro nuevo que se había hecho cavar en la roca. Después hizo rodar una gran piedra a la entrada del sepulcro, y se fue.
Un gran silencio ronda alrededor y dentro del sepulcro, el cuerpo de Jesús yace en el sepulcro. Sí, su cuerpo descansa, pero su espíritu no lo hace: baja a los infiernos y nos abre las puertas del Cielo. Señor, enséñanos a obrar en silencio y serenos; que sepamos rezar y hablar juntos, para poder entender todo lo que hiciste por nosotros.
Jesús pequé: ten piedad y misericordia de mí.
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
VÍA CRUCIS
Señor Jesús, hemos llegado al final de este camino doloroso que tú recorriste. Ahora levantamos nuestra vista y te vemos suspendido en la cruz, con las manos y los pies traspasados por los clavos y con la cabeza coronada de espinas. Sabemos Señor Jesús, que tu sufrimiento es el fruto de tu infinito amor por nosotros. Tú agonizas y mueres por nosotros. Haz que también nosotros te amemos mucho, para que vivamos fielmente tu pasión y muerte y jamás nos separemos de ti por el pecado.
Te lo pedimos por los dolores de tu madre la Virgen Marías. Amén.
Recordemos las palabras del ángel: «No teman, se que buscan al crucificado. No está aquí, ha resucitado como lo había dicho. Vayan aprisa a decir a sus Discípulos: ¡ha resucitado!».
Lecturas sugeridas:
- Programa para Cuaresma y Semana Santa
- ¿Cómo explicarle a los niños y jóvenes acerca del Miércoles de Ceniza?
- Ayuno y Abstinencia
- Miércoles de Ceniza
- Después de las Cenizas
- ¿Qué es la Cuaresma?
- Oración de Cuaresma
- Pequeños Sacrificios para la Cuaresma
- Cómo rezar las Estaciones De la Cruz, Vía Crucis
- Última Cena
- El Triduo Pascual
- Devoción de las Siete Palabras
- 33 Credos
- Es el Tiempo de Pascua cómo la Primavera