En 1205, Francisco tuvo un sueño donde escuchó una voz que le decía que debía regresara a Asís.
Francisco se encontraba rezando ante un crucifijo, cuando oyó una voz que le decía: «Ve, Francisco, y repara mi casa, que como veis es caer en la ruina».
Dos años antes de su muerte a los 44 años, recibió los estigmas, las heridas reales y dolorosos de Cristo en sus manos, pies y costado.
Señor, hazme Instrumento de Tu paz.
Donde haya odio, siembre yo amor;
Donde haya injuria, perdón;
Donde haya duda, Fe;
Donde haya desaliento, esperanza;
Donde haya oscuridad, luz;
Y donde haya tristeza, alegría.
Oh Divino Maestro,
Haz que no busque ser consolado sino consolar;
Que no busque ser comprendido sino comprender;
Que no busque ser amado sino amar;
Porque dando es como recibimos;
Perdonando es como Tú nos perdonas;
Y muriendo en Ti es como nacemos en Vida Eterna.
Amén.
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