Luego echó agua en un recipiente y empezó a lavar los pies a los discípulos y a secárselos con la toalla que tenía en la cintura. Cuando se acercó a Simón Pedro, este le dijo: «¿Tú, Señor, me vas a lavar los pies a mí?». Jesús le respondió: «No puedes comprender ahora lo que estoy haciendo, pero después lo comprenderás». «No, le dijo Pedro, ¡tú jamás me lavarás los pies a mí!». Jesús le respondió: «Si yo no te lavo, no podrás compartir mi suerte». «Entonces, Señor, le dijo Simón Pedro, ¡no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza!» (Juan 13,5-8).
Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros. Así como yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros» (Juan 13,34)
Señor Dios,
Enviaste a tu Hijo al mundo,
Y antes de que llegara su hora,
Lavó los pies de sus discípulos.
Le habías dado todo en sus manos.
Él había venido de ti e iba hacia ti,
¿Y qué hizo él?
Se arrodilló en el suelo.
Y lavó los pies de sus amigos.
El era su maestro y su Señor,
Sin embargo, les lavó los pies.
Señor Dios, ayúdanos a aprender de su ejemplo;
Ayúdanos a hacer lo que él ha hecho por nosotros.
El mundo sabrá que somos sus discípulos.
Si nos amamos
Fortalece nuestras manos y nuestra voluntad de amar
Y por servicio.
Guarda ante nuestros ojos la imagen de tu Hijo,
Quien, siendo Dios, se convirtió en un Siervo por nuestro bien.
Toda la gloria sea para el que vive y reina contigo y el Espíritu Santo.
Un Dios, ahora y para siempre.
Amén.
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