Dos conceptos que tendemos a confundir nosotros los católicos son: adoración y veneración. Entenderlos es importante para que cuando estemos ante una imagen sagrada distingamos el concepto de cómo nos dirigimos a la imagen, que es muy diferente cuando estamos enfrente del sagrario y nos dirigimos a Nuestro Señor Jesucristo.
Las imágenes representan al Señor, la Virgen y los Santos por lo que merecen respeto y nuestra veneración, pero debemos considerar a estas imágenes como sus retratos. Por eso las imágenes “No” se adoran si no se veneran, porque si adoramos una imagen la estamos poniendo en lugar de Dios. Además, “venerar” significa “tener gran respeto a alguien por sus virtudes y cualidades”.
En cuanto a “adorar” es sólo para Dios, porque el significado de “adoración” es profesar a una persona honores de Dios, por eso la adoración sólo se dedica a Dios. Mientras, a Jesucristo en el sagrario “Sí” lo adoramos, porque ahí está como Persona que ama, siente y espera nuestra visita. Por eso, cada vez que pasemos por enfrente del sagrario o lo visitemos nos debemos arrodillar en señal de adoración. Ahora, arrodillarse ante una imagen tiene un significado de veneración y no de adoración.
Entonces nos corresponde a los católicos estar claros que las imágenes que tenemos en las iglesias y en nuestros hogares las respetamos y veneramos, de la misma forma que tenemos fotografías de nuestros hijos, padres y familiares; a quienes también veneramos pero no adoramos.