Hoy 24 de octubre celebramos la festividad del santo Antonio María Claret, fundador de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María. Para celebrar su día vamos a hablar sobre un hecho muy importante que le ocurrió al santo.
En diciembre de 1850, san Antonio María Claret estaba iniciando su viaje para ocuparse de la Arquidiócesis de Santiago de Cuba. En su paso por Villafranca del Panades retrasó su viaje, al escuchar la súplica del Arzobispo del pueblo para que los ayudara.
Lo que pasaba es que cuatro delincuentes iban a ser ejecutados por la mañana – tres jóvenes adolescentes y un hombre de cuarenta años – y los cuatro se habían negado absolutamente a confesarse y a comulgar.
San Antonio María Claret le dijo al Arzobispo que primero iba ir a la iglesia a poner el asunto en manos de Dios. Al terminar se dirigieron a la cárcel para ver a los condenados..
San Antonio María Claret, cuando estuvo con los tres jóvenes pronto los conquistó, y se confesaron. Pero cuando el capellán se preparaba para darles la comunión, les preguntó si habían perdonado a todos aquellos que habían herido. Dos respondieron que sí. El tercero dijo que «sí, perdonó a todos menos a mi madre». El santo Claret se postró y le besó los pies al muchacho, diciéndole «Mi hijo, si no perdonas a tú madre serás condenado. Por el amor de Dios y por mi causa te ruego que la perdones” – “No”, dijo el joven, «es por ella que yo estoy en este problema. Si ella me hubiese castigado a su tiempo yo no estaría aquí. Yo no la perdono». Luego, los cuatro presos fueron cubiertos con túnicas de ejecución, montados en mulas y conducido al cadalso. En el momento antes de su sentencia de muerte se llevara a cabo, el joven que no había perdonado a su madre, gritó: “Perdono a mi madre de mi corazón. Ruega por mí». Entonces, el hombre más viejo, el más duro de los cuatro, levantó sus brazos y le pidió que lo confesara. Sentado en el banco, con la cabeza cubierta, se confesó y fue absuelto. A continuación, los cuatro hombres fueron condenados a muerte. Algún tiempo después, Dios le reveló a Antonio Claret la sentencia que los cuatro habían recibido. Tiempo después, el santo en una conferencia pública declaró enfáticamente: «Los cuatro delincuentes de Villafranca se salvaron».
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