El 26 de septiembre la Iglesia Católica celebra la festividad de los Santos Cosme y Damián. Estos santos son tan célebres “que se les asignó por obra del papa Gregorio II la estación coincidente con el jueves de la tercera semana de Cuaresma, cuando ocurre la fecha exacta de la mitad de este tiempo de penitencia, lo que daba lugar a numerosa asistencia de fieles, que acudían a los celestiales médicos para implorar la salud de alma y cuerpo. Caso realmente insólito, el texto de la misa cuaresmal se refiere preferentemente a los dichos Santos, que son mencionados en la colecta, secreta y poscomunión, jugándose en los textos litúrgicos con la palabra salus en el introito y ofertorio y estando destinada la lectura evangélica a narrar la curación de la suegra de San Pedro y otras muchas curaciones milagrosas que obró el Señor en Cafarnaúm aquel mismo día, así como la liberación de muchos posesos. Esta escena de compasión era como un reflejo de la que se repetía en Roma, en el santuario de los anárgiros, con los prodigios que realizaban entre los enfermos que se encomendaban a ellos”. (Casimiro Sánchez Aliseda, 1998)
¿Quiénes son estos santos? – Dos hermanos gemelos, nacidos en Arabia, en el siglo III y según la tradición estudiaron las ciencias en Siria llegando a distinguirse como médicos. Vivían en Aegeae, Cilicia (era como se designaba la zona costera meridional de la península de Anatolia, que ahora se conoce como Çukurova en Asia Menor). Estos médicos eran conocidos como “los no cobradores” porque nunca cobraban y sanaban a muchos gratuitamente. Eran muy queridos por las gentes y en muchos pueblos eran considerados como unos verdaderos benefactores de los pobres. Por lo que ellos aprovechaban su gran popularidad para ir extendiendo la religión de Jesucristo por todos los sitios donde llegaban.
¿Cómo fueron martirizados? – En el año 300 D.C., cuando comenzó la persecución de Diocleciano, el prefecto Lisias había detenido a Cosme y Damián, y les ordenó que se retractaran en seguir propagando la religión de Jesús. Éstos se negaron y Lisias los mantuvo bajo torturas, pero sobreviviendo a todos los martirios por intervención divina no sufrieron daños por agua, el fuego, el aire, ni en la cruz, y hasta que finalmente fueron decapitados por la espada. Sepultados en Cirrus (Ciro), Siria, ciudad esta que llegó a ser el centro principal de su culto, donde se erigió asimismo una basílica en su honor. Posteriormente, su culto pasó a Roma y, más tarde, se propagó por toda las iglesias, capillas y otros recintos religiosos.
San Gregorio de Tours, en su libro De gloria martyrium hace la mejor reseña de estos santos:
«Los dos hermanos gemelos Cosme y Damián, médicos de profesión, después que se hicieron cristianos, espantaban las enfermedades por el solo mérito de sus virtudes y la intervención de sus oraciones… Coronados tras diversos martirios, se juntaron en el cielo y hacen a favor de sus compatriotas numerosos milagros. Porque, si algún enfermo acude lleno de fe a orar sobre su tumba, al momento obtiene curación.
Muchos refieren también que estos Santos se aparecen en sueños a los enfermos indicándoles lo que deben hacer, y luego que lo ejecutan, se encuentran curados. Sobre esto yo he oído referir muchas cosas que sería demasiado largo de contar, estimando que con lo dicho es suficiente».-
Patronos de: Cirujanos, Farmacéuticos, Médicos, Peluqueros, Dentistas, trabajadores de los balnearios.
No apaguemos pues la fe que una vez muchos católicos tuvieron en estos santos, y sigámos invocándolos en nuestra necesidad con la siguiente oración:
«¡Oh Dios, nuestro médico y remediador eterno, que hiciste a Cosme y Damián inquebrantables en su fe, invencibles en su heroísmo, para llevar salud por sus heridas a las dolencias humanas haz que por ellos sea curada nuestra enfermedad, y que por ellos también la curación sea sin recaída».