JUEVES – 19/01/12
Reflexión
1 Samuel 17:32-33, 37, 40-51
«David en el frente de batalla»
David dijo a Saúl: «No hay que desanimarse a causa de ese; tu servidor irá a luchar contra el filisteo». Pero Saúl respondió a David: «Tú no puedes batirte con ese filisteo, porque no eres más que un muchacho, y él es un hombre de guerra desde su juventud».
Y David añadió: «El Señor, que me ha librado de las garras del león y del oso, también me librará de la mano de ese filisteo». Entonces Saúl dijo a David: «Ve, y que el Señor esté contigo».
Luego tomó en la mano su bastón, eligió en el torrente cinco piedras bien lisas, las puso en su bolsa de pastor, en la mochila, y con la honda en la mano avanzó hacia el filisteo.
El filisteo se fue acercando poco a poco a David, precedido de su escudero. Y al fijar sus ojos en David, el filisteo lo despreció, porque vio que era apenas un muchacho, de tez clara y de buena presencia. Entonces dijo a David: «¿Soy yo un perro para que vengas a mí armado de palos?». Y maldijo a David invocando a sus dioses. Luego le dijo: «Ven aquí, y daré tu carne a los pájaros del cielo y a los animales del campo». David replicó al filisteo: «Tú avanzas contra mí armado de espada, lanza y jabalina, pero yo voy hacia ti en el nombre del Señor de los ejércitos, el Dios de las huestes de Israel, a quien tú has desafiado. Hoy mismo el Señor te entregará en mis manos; yo te derrotaré, te cortaré la cabeza, y daré tu cadáver y los cadáveres del ejército filisteo a los pájaros del cielo y a los animales del campo. Así toda la tierra sabrá que hay un Dios para Israel. Y toda esta asamblea reconocerá que el Señor da la victoria sin espada ni lanza. Porque esta es una guerra del Señor, y él los entregará en nuestras manos».
Cuando el filisteo se puso en movimiento y se acercó cada vez más para enfrentar a David, este enfiló velozmente en dirección al filisteo. En seguida metió la mano en su bolsa, sacó de ella una piedra y la arrojó con la honda, hiriendo al filisteo en la frente. La piedra se le clavó en la frente, y él cayó de bruces contra el suelo. Así venció David al filisteo con la honda y una piedra; le asestó un golpe mortal, sin tener una espada en su mano.
David fue corriendo y se paró junto al filisteo; le agarró la espada, se la sacó de la vaina y lo mató, cortándole la cabeza. Al ver que su héroe estaba muerto, los filisteos huyeron.
Rezar: Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
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