Lectura(s) de hoy: Hechos 2:1-11, 1 Corintios 12:3b-7, 12-13, Juan 20:19-23
«Lecturas del Domingo»
PRIMERA LECTURA
Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido, como el de una violenta ráfaga de viento, que llenó toda la casa donde estaban, y aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y fueron posándose sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía que se expresaran.
Estaban de paso en Jerusalén judíos piadosos, llegados de todas las naciones que hay bajo el cielo. Y entre el gentío que acudió al oír aquel ruido, cada uno los oía hablar en su propia lengua. Todos quedaron muy desconcertados y se decían, llenos de estupor y admiración: ‘Pero éstos ¿no son todos galileos? ¡Y miren cómo hablan!’ Cada uno de nosotros les oímos en nuestra propia lengua nativa. Entre nosotros hay partos, medos y elamitas, habitantes de Mesopotamia, Judea, Capadocia, del Ponto y Asia, de Frigia, Panfilia, Egipto y de la parte de Libia que limita con Cirene. Hay forasteros que vienen de Roma, unos judíos y otros extranjeros, que aceptaron sus creencias, cretenses y árabes. Y todos les oímos hablar en nuestras propias lenguas las maravillas de Dios.
SEGUNDA LECTURA
Nadie puede decir: ‘¡Jesús es el Señor!’, sino con un espíritu santo. Hay diferentes dones espirituales, pero el Espíritu es el mismo. Hay diversos ministerios, pero el Señor es el mismo. Hay diversidad de obras, pero es el mismo Dios quien obra todo en todos.
La manifestación del Espíritu que a cada uno se le da es para provecho común.
EVANGELIO
Ese mismo día, el primero después del sábado, los discípulos estaban reunidos por la tarde con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Llegó Jesús, se puso de pie en medio de ellos y les dijo: ‘¡La paz esté con ustedes!’ Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron mucho al ver al Señor. Jesús les volvió a decir: ‘¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envío a mí, así los envío yo también. Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: ‘Reciban el Espíritu Santo:’ a quienes descarguen de sus pecados, serán liberados, y a quienes se los retengan, les serán retenidos.
Rezar: Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
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