San Antonio de Padua es uno de los santos más populares de la Iglesia Católica, su popularidad se debe a los muchos milagros que hace y sus brillantes predicaciones que lo ayudan a convertir muchos herejes; lo que hizo que fuera uno de los mayores enemigos de las herejías de su tiempo. Convirtiendo a muchos de estos apóstatas, ricos y pobres, nobles y comunes, a la fe, por lo que se le dio el título de «martillo de los herejes».
Bartolomé Esteban Murillo
San Antonio de Padua con el Niño
Un día, ya cuando san Antonio se encontraba en Asís, Italia; durante una ordenación hubo una confusión entre el grupo de monjes dominico y los franciscanos, debido a que estos últimos esperaban que uno de los monjes dominico daría la oratoria, pues eran conocidos como muy buenos en su predicación; por otro lado, los dominicos habían venido sin preparación, pensando que un franciscano sería el predicador.
En este dilema, el jefe de la ermita, que no tenía entre sus propios humildes hermanos a una persona adecuada para predicar en esta ocasión, pidió a san Antonio para que hiciera la oratoria, porque el sospechaba que era el más educado. Al mismo tiempo, lo instruyó para pedir al Espíritu Santo que pusiera las palabras que debía decir en su boca. San Antonio se opuso, pero fue denegado. Su sermón creó una profunda impresión, por su voz rica, palabras elocuentes y cómo gestionaba. Pero no solo eso, el tema sobre lo que habló en su discurso conmovió profundamente a sus oyentes.
Otra conocido acontecimiento donde san Antonio muestra sus habilidades como orador, sucede cuando fue comisionado por el hermano Graciano, el ministro provincial franciscano, a predicar el Evangelio a lo largo de Lombardía, en el norte de Italia. A partir de entonces sus habilidades fueron utilizadas al máximo por la Iglesia. De vez en cuando él tomó otra posición, por ejemplo, como el de profesor en las universidades de Montpellier y Toulouse al sur de Francia, pero fue como un predicador que el santo reveló su más excelente don. Porque poseía todas las buenas cualidades que caracterizan a un predicador elocuente: una voz alta y clara, un semblante de triunfador, memoria maravillosa, y de aprendizaje profundo; al que se añadieron desde lo alto el espíritu de profecía y un extraordinario don de los milagros.
Además, con el entusiasmo de un apóstol seguidor de las enseñanzas de Cristo se comprometió a reformar la moralidad de su tiempo, de una manera especial, luchando contra los vicios de lujo, avaricia y tiranía; contra la herejía. Las grandes y numerosas conversiones que hizo, lo hizo digno del título glorioso de «martillo de los herejes» (Malleus hereticorum).
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