Lectura(s) de hoy: 1 Samuel 26:2, 7-9, 12-13, 22-23, 1 Corintios 15:45-49, Lucas 6:27-38
«Lecturas del Domingo»
PRIMERA LECTURA
Saúl bajó inmediatamente al desierto de Zif con tres mil hombres selectos de Israel; fue en busca de David al desierto de Zif.
David y Abisaí llegaron pues de noche hasta el campamento. Saúl dormía en el centro del campamento y su lanza estaba clavada de pie a su lado, y todos sus hombres dormían a su derredor. Abisaí dijo entonces a David: «Hoy puso Dios a tu enemigo en tus manos. Déjame clavarlo en tierra con su lanza, no tendré necesidad de hacerlo por segunda vez».
Pero David respondió a Abisaí: «¡No lo hieras! ¿Quién podría poner su mano en el ungido de Yavé y quedar sin castigo?».
David tomó la lanza y la cantimplora que estaban al lado de Saúl y se fueron. Nadie lo vio, nadie lo supo, nadie se movió; todos dormían porque Yavé les había enviado un sueño muy pesado.
David pasó al otro lado y se puso bien distante en la cima del cerro; los separaba un gran espacio.
David le dijo: Aquí está tu lanza, señor, que venga uno de tus muchachos a buscarla. Yavé recompensará a cada cual según su justicia y su fidelidad. Hoy Yavé te había puesto en mis manos y yo no quise poner mi mano encima del que Yavé consagró.
SEGUNDA LECTURA
Está escrito que el primer Adán era hombre dotado de aliento y vida; el último Adán, en cambio, viene como espíritu que da vida. La vida animal es la que aparece primero, y no la vida espiritual; lo espiritual viene después. El primer hombre, sacado de la tierra, es terrenal; el segundo viene del cielo. Los de esta tierra son como el hombre terrenal, pero los que alcanzan el cielo son como el hombre del cielo. Y del mismo modo que ahora llevamos la imagen del hombre terrenal, llevaremos también la imagen del celestial.
EVANGELIO
Yo les digo a ustedes que me escuchan: amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian, bendigan a los que los maldicen, rueguen por los que los maltratan. Al que te golpea en una mejilla, preséntale también la otra. Al que te arrebata el manto, entrégale también el vestido. Da al que te pide, y al que te quita lo tuyo, no se lo reclames.
Traten a los demás como quieren que ellos les traten a ustedes. Porque si ustedes aman a los que los aman, ¿qué mérito tienen? Hasta los malos aman a los que los aman. Y si hacen bien a los que les hacen bien, ¿qué gracia tiene? También los pecadores obran así. Y si prestan algo a los que les pueden retribuir, ¿qué gracia tiene? También los pecadores prestan a pecadores para que éstos correspondan con algo.
Amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada a cambio. Entonces la recompensa de ustedes será grande y serán hijos del Altísimo, que es bueno con los ingratos y los pecadores. Sean compasivos como es compasivo el Padre de ustedes.
No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados. Den, y se les dará; se les echará en su delantal una medida colmada, apretada y rebosante. Porque con la medida que ustedes midan serán medidos ustedes.»
Rezar: Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
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