Lectura(s) de hoy: Hechos 5:12-16, Apocalipsis 1:9-11a, 12-13, 17-19, Juan 20:19-31
«Lecturas del Domingo»
PRIMERA LECTURA
Por obra de los apóstoles se producían en el pueblo muchas señales milagrosas y prodigios. Los creyentes se reunían de común acuerdo en el pórtico de Salomón, y nadie de los otros se atrevía a unirse a ellos, pero el pueblo los tenía en gran estima. Más aún, cantidad de hombres y mujeres llegaban a creer en el Señor, aumentando así su número.
La gente incluso sacaba a los enfermos a las calles y los colocaba en camas y camillas por donde iba a pasar Pedro, para que por lo menos su sombra cubriera a alguno de ellos. Acudían multitudes de las ciudades vecinas a Jerusalén trayendo a sus enfermos y a personas atormentadas por espíritus malos, y todos eran sanados.
SEGUNDA LECTURA
Yo, Juan, hermano de ustedes, con quienes comparto las pruebas, el reino y la perseverancia en Jesús, me encontraba en la isla de Patmos a causa de la palabra de Dios y por haber proclamado a Jesús.
Se apoderó de mí el Espíritu el día del Señor y oí a mis espaldas una voz que sonaba como trompeta: Escribe en un libro lo que veas y envíalo a las siete Iglesias.
EVANGELIO
Ese mismo día, el primero después del sábado, los discípulos estaban reunidos por la tarde con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Llegó Jesús, se puso de pie en medio de ellos y les dijo: ‘¡La paz esté con ustedes!’ Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron mucho al ver al Señor. Jesús les volvió a decir: ‘¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envío a mí, así los envío yo también. Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: ‘Reciban el Espíritu Santo:’ a quienes descarguen de sus pecados, serán liberados, y a quienes se los retengan, les serán retenidos.
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Los otros discípulos le dijeron: ‘Hemos visto al Señor. Pero él contestó: ‘Hasta que no vea la marca de los clavos en sus manos, no meta mis dedos en el agujero de los clavos y no introduzca mi mano en la herida de su costado, no creeré.
Ocho días después, los discípulos de Jesús estaban otra vez en casa, y Tomás con ellos. Estando las puertas cerradas, Jesús vino y se puso en medio de ellos. Les dijo: ‘La paz esté con ustedes. Después dijo a Tomás: ‘Pon aquí tu dedo y mira mis manos; extiende tu mano y métela en mi costado. Deja de negar y cree.
Tomás exclamó: ‘Tú eres mi Señor y mi Dios.
Jesús replicó: ‘Crees porque me has visto. ¡Felices los que no han visto, pero creen!’
Muchas otras señales milagrosas hizo Jesús en presencia de sus discípulos que no están escritas en este libro. Estas han sido escritas para que crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios. Crean, y tendrán vida por su Nombre.
Rezar: Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
Para las oraciones hacer clic aquí.