Lectura(s) de hoy: Isaías 50:4-9, Santiago 2:14-18, Marcos 8:27-35
«Lecturas del Domingo»
PRIMERA LECTURA
El Señor Yavé me ha concedido
el poder hablar como su discípulo.
Y ha puesto en mi boca las palabras
para fortalecer al que está aburrido.
A la mañana él despierta mi mente
y lo escucho como lo hacen los discípulos.
El Señor Yavé me ha abierto los oídos
y yo no me resistí ni me eché atrás.
He ofrecido mi espalda a los que me golpeaban,
mis mejillas a quienes me tiraban la barba,
y no oculté mi rostro ante las injurias y los escupos.
El Señor Yavé está de mi parte,
y por eso no me molestan las ofensas;
por eso, puse mi cara dura como piedra.
y yo sé que no quedaré frustrado,
Aquí viene mi juez, ¿quieren meterme pleito?
Presentémonos juntos,
y si hay algún demandante, ¡que se acerque!
Si el Señor Yavé está de mi parte,
¿quién podrá condenarme?
Todos se harán tiras como un vestido gastado,
y la polilla se los comerá.
SEGUNDA LECTURA
Hermanos, si uno dice que tiene fe, pero no viene con obras, ¿de qué le sirve? ¿Acaso lo salvará esa fe? Si un hermano o una hermana no tienen con qué vestirse ni qué comer, y ustedes les dicen: «Que les vaya bien, caliéntense y aliméntense», sin darles lo necesario para el cuerpo, ¿de qué les sirve eso?.
Lo mismo ocurre con la fe: si no produce obras, es que está muerta. Y sería fácil decirle a uno: «Tú tienes fe, pero yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin obras, y yo te mostraré mi fe a través de las obras.
EVANGELIO
Salió Jesús con sus discípulos hacia los pueblos de Cesarea de Filipo, y por el camino les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?» Ellos contestaron: «Algunos dicen que eres Juan Bautista, otros que Elías o alguno de los profetas».
Entonces Jesús les preguntó: «Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?» Pedro le contestó: «Tú eres el Me sías». Pero Jesús les dijo con fir meza que no conversaran sobre él.
Luego comenzó a enseñarles que el Hijo del Hombre debía sufrir mucho y ser rechazado por los notables, los jefes de los sacerdotes y los maestros de la Ley, que sería condenado a muerte y resucitaría a los tres días. Jesús hablaba de esto con mucha seguridad.
Pedro, pues, lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo. Pero Jesús, dándose la vuelta, vio muy cerca a sus discípulos. Entonces reprendió a Pedro y le dijo: «¡Apártate y ponte detrás de mí, Satanás! Tus ambiciones no son las de Dios, sino de los hombres.»
Luego Jesús llamó a sus discípulos y a toda la gente y les dijo: «El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, tome su cruz y me siga. Pues el que quiera asegurar su vida la perderá, y el que sacrifique su vida (por mí y) por el Evangelio, la salvará.
Rezar: Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
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