Lectura(s) de hoy: Génesis 18:1-10a, Colosenses 1:24-28, Lucas 10:38-42
«Lecturas del Domingo»
PRIMERA LECTURA
Yavé se presentó a Abraham junto a los árboles de Mambré mientras estaba sentado a la entrada de su tienda, a la hora más calurosa del día. Al levantar sus ojos, Abraham vio a tres hombres que estaban parados a poca distancia. En cuanto los vio, corrió hacia ellos y se postró en tierra, diciendo: «Señor mío, si me haces el favor, te ruego que no pases al lado de tu servidor sin detenerte. Les haré traer un poco de agua para que se laven los pies y descansen bajo estos árboles. Les haré traer un poco de pan para que recuperen sus fuerzas, antes de proseguir su viaje, pues creo que para esto pasaron ustedes por mi casa.» Ellos respondieron: «Haz como has dicho.»
Abraham fue rápidamente a la tienda, donde estaba Sara, y le dijo: «¡De prisa, tres medidas de harina! amásala y haz unas tortas.» Luego él mismo corrió al potrero, tomó un ternero tierno y bueno y se lo entregó a un muchacho para que lo preparara inmediatamente. Luego buscó requesón, leche y el ternero ya cocinado y se lo presentó a ellos. El se quedó de pie a su lado, bajo el árbol, mientras comían. Entonces le preguntaron: «¿Dónde está Sara, tu esposa?» El les respondió: «Está dentro, en la tienda.» El otro le dijo: «Dentro de un año volveré por aquí, y para entonces Sara, tu mujer, tendrá un hijo.»
SEGUNDA LECTURA
Ahora me alegro cuando tengo que sufrir por ustedes, pues así completo en mi carne lo que falta a los sufrimientos de Cristo para bien de su cuerpo, que es la Iglesia. Fui constituido ministro de ella por cuanto recibí de Dios la misión de llevar a efecto entre ustedes su proyecto, su plan misterioso que permaneció secreto durante siglos y generaciones. Este secreto acaba de ser revelado a sus santos. Quiso darles a conocer la riqueza tan grande que su plan misterioso reservaba a las naciones paganas: ¡Cristo entre ustedes y la esperanza de la Gloria!
A ese Cristo anunciamos cuando amonestamos a cada uno y le enseñamos la sabiduría, pues queremos que cada uno llegue a ser «perfecto» en Cristo.
EVANGELIO
Siguiendo su camino, entraron en un pueblo, y una mujer, llamada Marta, lo recibió en su casa. Tenía una hermana llamada María, que se sentó a los pies del Señor y se quedó escuchando su palabra. Mientras tanto Marta estaba absorbida por los muchos quehaceres de la casa. En cierto momento Marta se acercó a Jesús y le dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola para atender? Dile que me ayude.»
Pero el Señor le respondió: «Marta, Marta, tú andas preocupada y te pierdes en mil cosas: una sola es necesaria. María ha elegido la mejor parte, que no le será quitada.»
Rezar: Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
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